Göteborg. ¿Esto es Suecia? Sí, esto es Suecia. Donde también los trenes tienen accidentes, así que el mío, que viene de Copenhague, se ve obligado a parar tres cuartos de hora antes de arribar a Göteborg, su destino.
De manera que unas sesenta personas o quizás algo más bajamos sin que nadie dirija ni oriente nada. La megafonía del tren había advertido del cambio y había comunicado que el viaje continuaría en autobús.
Así que, ateridos, nos metimos en el bar de la estación -que también es de autobuses- de Kungsbacka, mirando las próximas salidas. Y de repente se desata la carrera porque alguien ha visto un único bus a 200 ó 300 metros. Y ha visto bien: uno, solo uno, de manera que quien puede se sienta y el resto vamos o sentados en los escalones o de pie como sardinas en lata, que ese es mi destino.
Para más inri se trata de un autobús urbano, así que olvídese uno de colocar maletas o mochilas en el altillo: hay que llevarlas encima o bien debajo de los pies, con el trastorno y follón que resulta fácil de imaginar. Cabe la duda, disipada minutos después, de que nos lleve a dos o tres autobuses como Dios manda, porque este tendrá mucha potencia, pero velocidad, ninguna.
Y como nunca vienen solas, el conductor no únicamente es un mal encarado indignado (¿qué le habré hecho yo?) sino que tiene prisa y conduce a tirones, dando mil y una vueltas para ir a cuanta estación intermedia aparezca, aunque no se baje ni suba nadie.
Cuando ya hemos perdido cualquier recato educado, respetuoso y amoroso y vamos apretados sin consideración alguna entramos en la autopista. Llevamos media hora con el complejo de ser refugiados que escapamos a todo correr de una zona de guerra mientras los tiros y las bombas no cesan. Allí uno de los dos bebés advierte que no aguanta más y rompe a llorar y a gritar, ignorante él sin duda de que por la autopista sólo vamos a circular -rugen los motores, vamos a 80 por hora- no mas de cinco minutos.
En el extrarradio de Göteborg empieza a bajarse el personal y logro sentarme tras recomponer el cuerpo. Al fin llegamos.
Eso sí, nadie ha dicho nada. Ni la mínima protesta o simple comentario. Ni la menor muestra de desagrado, enfado o disconformidad. Esto es Suecia y ellos son suecos.